
En 1953 decía Guillermo Rovirosa: «Uno de los mejores trucos
inventados para alimentar el individualismo de los desposeídos es el de las loterías de tipo nacional. Esto
parece solamente un recurso para el tesoro público, pero no hay duda de que su
gran éxito en los países de moneda desvalorizada consiste precisamente en su
facultad de alimentar la esperanza de los que no creen en la Providencia y
desconfían de la solidaridad humana. El hecho -se piensa- es que en cada sorteo
se sacan algunas almas del purgatorio terrenal para entrar en el cielo
capitalista».
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