domingo, 30 de noviembre de 2014

Lotería, historia de un impuesto sobre la estupidez

El diario El Mundo ha publicado un reportaje sobre estudiantes universitarias españolas que se ven obligadas a recurrir a la prostitución para poder pagarse los estudios. También están circulando noticias llegadas de Inglaterra de que, con la subida de tasas universitarias, según el Colectivo Inglés de Prostitutas y el Sindicato de Estudiantes, el número de jóvenes que se tienen que prostituir para poder pagar la carrera ha aumentado considerablemente.
En algunos puntos de España, como la Comunidad de Madrid, el precio de algunos estudios universitarios ha llegado a subir hasta un 100% de un año a otro. Es de suponer que muchos estudiantes, para pagar la siguiente cuota, estarán pensando en la prostitución, pero aún les queda una última esperanza: ¡la Lotería de Navidad!
España es uno de los países que más juega a la lotería de todo el mundo, si no el que más. De los que se conocen los datos, en Alemania un 22% de la población lo hace regularmente y un 40% ocasionalmente, en Reino Unido la proporción es 41%-67% y en España, líderes mundiales, un 57% de habituales y un 70% de ocasionales. Sólo se nos acerca Estados Unidos, con un 55% de jugadores fieles.
¿Y quién será, dentro de nuestro territorio, el campeón de campeones?Pues la comunidad autónoma donde más se juega en España es la valenciana. Y en las que menos, Extremadura y Ceuta y Melilla. Pero peor lo tienen los catalanes. Cataluña es la que más se acerca, junto con Castilla-La Mancha, a la media de gasto total de España. En este punto, Wert no podrá españolizarlos más. Una tragedia mediática.
No obstante, el fenómeno es internacional. Nadie se salva. Marx analizó la lotería de Luis Napoleón y ya advirtió de que se trataba de un vil engaño a los trabajadores, un instrumento para confundir al proletariado con la ilusión de que, sin necesidad de hacer la revolución o luchar por su dignidad, podía salir de la pobreza. Pero de nada sirvió: en la Unión Soviética, así como en el resto de democracias populares, hubo loterías.
También es casualidad, y curiosidad, que según el filósofo italiano Antonio Gramsci, Marx tomara de Balzac la expresión "opio del pueblo" con la que el incansable novelista francés se refería a la lotería fascinado por su efecto hipnotizador, aunque fuera para aplicarla luego a la religión en su faceta más perversa, lo cual no habla muy bien de la lotería precisamente.
Y todavía fueron más duros el filósofo y economista inglés William Petty, que dijo que los jugadores de loterías eran "tontos autocomplacientes", o el mismísimo Adam Smith, quien concluyó que esta modalidad de recaudación de impuestos se basaba en un "autoengaño" de la población. Las matemáticas son muy elocuentes, pero hoy en día aquí seguimos todos, mirando a ver si sale la bolica buena.

Muchos trabajadores españoles, por ejemplo, han dicho este año a sus compañeros que no hacían la última huelga del 14 de noviembre porque no podían prescindir, sintiéndolo mucho, de un día de salario, y se excusaban prácticamente el mismo día que encargaban sus doscientos euros en lotería, como poco. Somos una etnia de contrastes.
Uno de los primeros psicólogos, George Devereux, ya halló la fórmula de esta aparente sinrazón. Explicó que la lotería era "una forma de escapar del sistema cerrado del trabajo y ahorro, una especie de válvula de seguridad a través de la cual los deseos reprimidos pugnan por salir y permite la canalización de las demandas disruptivas". Es decir: no haces huelga, das dinero al Estado y encima te desahogas y te quedas más tranquilo ¡Y las querían privatizar!
Con todo, España, como siempre, presenta sus particularidades. Lo mismo que sólo hemos podido ganar el Mundial haciendo tiki-taka, llegamos a ser campeones mundiales en consumo de lotería con un fenómeno casi exclusivo, el juego en compañía. Un estudio encargado por el Centro de Investigaciones Sociológicas sobre nuestra ‘pasión', coordinado por Roberto Garvía, de la Universidad Carlos III, viene a explicar que lo que nos distinguió del resto de naciones europeas fue esta forma de entender el juego.
En la España del siglo XVIII, la Lotto era la que daba los premios más bajos de toda Europa. El problema, el porqué, es muy gracioso. Según explica este profesor, el sistema de validación de apuestas era muy complicado. Entonces, el primer director de la Lotto española recomendó que se descentralizara el sistema con delegaciones independientes en Barcelona y Cádiz, pero el secretario de Hacienda no lo permitió "por motivos políticos". Eran los Borbones y acababan de ganar cierta guerra.
Esto impidió que se pudieran aceptar correctamente las apuestas, de modo que los funcionarios encargados de supervisarlas tiraron la toalla. Se validaban todas. Y el riesgo que esto suponía para la Hacienda Real era que un afortunado ganara "un premio exorbitante", sigue el profesor, y arruinara al Estado. Así que antes de racionalizar el sistema y descentralizarlo, se decidió reducir la cuantía de los premios.
Pero en 1861, un jugador hizo una apuesta loca y ganó un premio de un millón de pesetas, el más grande en toda la historia, que desató a su vez una "fiebre lotérica" por todo el país. A los pocos meses, otro jugador volvió a ganar hasta el punto de que las siguientes apuestas que no tardaron en recibirse "eran tan grandes que la Dirección de Loterías podía llegar a tener que pagar más premios de lo que el Ministerio de Hacienda había podido recaudar el año anterior emitiendo deuda". Solución: fuera Lotto. Y de excusa, que era inmoral y había que proteger a los trabajadores. Estrategiawin-win.
Así llegó un nuevo modelo, la Lotería Nacional. Era más flexible, mejor organizada, pero el billete mucho más caro, y es ahí donde apareció el fenómeno: los adictos a la vieja Lotto no podían parar de jugar, tampoco comprar billetes a esos precios, y se vieron obligados a poner en marcha su red de contactos para obtener participaciones en números, es decir, empezaron a jugar en compañía.
Hasta la segunda mitad del XIX, mientras crecía el PIB de Alemania, Italia o Portugal, se registró un descenso del consumo de loterías en esos países. La gente dejaba de jugar en paralelo al desarrollo de la economía. En España, no obstante, ocurrió lo contrario: cuanta más riqueza había en el país, más jugábamos.
Y todo por el juego en compañía. Al principio, según cita el estudio aludido, éste se extendió porque servía para fortalecer los vínculos sociales. Un billete compartido era "un símbolo de lazos interpersonales". Por ejemplo, la obsesión de los oficinistas, por supuesto, era compartir número con su jefe; en la Guardia Civil, con el mando pertinente; el cacique de turno con sus amamantados; las familias cediendo su número unas a otras cual reverencia respetuosa, etcétera...
Y así, hasta hoy, donde en estas fechas navideñas el desembolso es considerable, cuando no pornográfico, y ya no se sabe si uno lo hace por el premio, para hacerse rico, o por si acaso se hacen los demás. Muchos oficinistas amargados están comprando números guiándose por un deseo que no conoce mesura de que no se haga rico ese subalterno que le tiene soliviantado y él no. Eso es lo que empuja a uno a tratar de reunir todos los números posibles, los de los amigos pero especialmente los de los enemigos.
O en los pueblos, donde a nadie le debe faltar la lotería de ningún bar, y raro es el pueblo español que no tenga uno cada dos metros. En la ruleta en cada apuesta se cubren todos los números posibles, aquí se hace por zonas geográficas: peinando el territorio como una Wehrmacht ávida de cupones.

Otro momento glorioso de nuestra lotería es cuando toca en un pueblo y rápidamente se presentan unos caballeros que quieren comprar boletos premiados in situ, con billetes que llevan ahí mismo en bolsas de plástico, por mayor valía que el premio, generalmente entre un 16 o un 25%. A mediados de los noventa se desarticuló una trama que había blanqueado 1.500 millones por ese método y se detuvo a 22 personas.
Pero da igual, los premios le siguen tocando a los mismos, año tras año, y el Ministerio de Hacienda reconoce que ésta es una práctica bastante común.Juan Antonio Roca, en su juicio por el Caso Malaya, vino a decir encogiéndose de hombros algo así como que qué culpa tenía él de que no parase de tocarle la lotería.

Y así seguiremos. En estas Navidades, dada la situación tétrica del país, muchos soñarán con poder pagar su casa, cambiar la ropa vieja de sus hijos o comprarse una silla de ruedas que se niegan a prescribirle y está recogiendo tapones de plástico por el suelo para que la caridad le dé una, pero los sueños, sueños son, decía el otro.
http://www.valenciaplaza.com/ver/71015/loteria--historia-de-un-impuesto-sobre-la-estupidez.html

El impuesto sobre los tontos

Decía Oscar Wilde que la casualidad es la ley de los tontos, también dijo (supongo que como corolario a tan acertada aseveración) que la lotería es el impuesto sobre los tontos. Pareciera que tan ilustre literato la tuviera tomada con los tontos, quizá porque consideraba que los más tontos eran quienes en aquellos últimos años de la época victoriana con su mentalidad retrógrada la tenían tomada con los homosexuales, entre los que él se encontraba, y que eran tratados como apestados en una sociedad en la que se podía denunciar la sodomía (acusación de la que tuvo que defenderse y perdió, siendo condenado a trabajos forzados). Como siempre, me desvío del objeto del post. Retomemos el asunto.
Yo estoy de acuerdo con ambas aseveraciones (con las que dijo Wilde, no con la denuncia por sodomía), y eso a pesar de que a mi padre le encantan las quinielas y la lotería, y de que yo mismo pertenezco -casi a la fuerza- a la peña quinielística-familiar que él ha creado (por cierto que le debo ya varias semanas de la cuota).

Con la que no estoy de acuerdo es con esa anacrónica frase que afirma que la mejor lotería es el ahorro y la economía, sin embargo reconozco que las pasadas navidades ahorré un buen pico al no adquirir lotería y negándome a comprar participaciones de los familiares y amigos. De hecho, a mi hija pequeña, la AMPA de su colegio le metió en la mochila varias participaciones de lotería, las cuales devolví íntegramente, lo cual me costó una discusión con mi mujer porque decía que íbamos a dar la imagen de tacaños. Ha sido la primera navidad de mi vida que he conseguido superar sin gastar ni un céntimo en sorteos.

Mi mujer no suele gastar dinero en juegos de azar, aunque incongruentemente sueña con que un día le toque un buen pellizco que le permita hacer realidad sus anhelos. Pero lo de ella es simplemente un deseo, porque para muchos españoles el que la suerte les acompañe en algún momento de sus vidas es una auténtica necesidad.

La crisis ha hecho mella en la sociedad, prácticamente todos los sectores económicos y productivos están “tocados”, pero es curioso que uno de los menos afectados sea el de los juegos de azar, incluso en algunas de sus manifestaciones ha experimentado incrementos, como ha sido la lotería de Navidad de este año que a pesar de no contar con mi aportación se recuperó con respecto al año anterior. Y esto tiene una explicación. Una muy triste explicación.

Es realmente penoso que muchas personas crean que un golpe de suerte sea la única posibilidad de resolver sus graves problemas económicos. Es funesto y deplorable que la formación, la experiencia, el esfuerzo y otros valores y aptitudes de las personas apenas sirvan para progresar y encontrar un hueco en el mercado laboral, y así las loterías y apuestas se conviertan en la esperanza de tantos desesperados.

El gobierno no es ajeno a esta circunstancia, de hecho en crisis anteriores menos profundas que esta ha utilizado los juegos de azar como forma de recaudar más.
Como siempre hago, suelo escribir de memoria, y no es mucha la que tengo, por lo que ruego que si me equivoco me corrijáis (soy un vago redomado y me cuesta mucho investigar lo que digo, y eso de ir a la wikipedia me va pareciendo cada día más vulgar). Pero recuerdo que fue en una de esas crisis que van y vienen  cíclicamente, y en una época en la que ya existían la quiniela futbolística y la lotería nacional, cuando se creo la quiniela hípica y también la lotería primitiva. También fue por aquel entonces cuando la ONCE potenció su juego de azar pasando del sorteo provincial con cupón de 3 cifras al sorteo nacional con 4 cifras, y la participación se disparó. También coincidió con la legalización de los bingos y de los casinos.
Huelga decir que tanta proliferación de los juegos de azar auspiciado por el Estado le reporta a las arcas estatales grandes recursos económicos. No es casualidad que el Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado pertenezca al Ministerio de Economía y Hacienda, aunque mejor que sea así en lugar de pertenecer al Ministerio de Defensa, al de Cultura o al de Ciencia e Innovación. Se me ocurre que dado el fracaso escolar en España, un Ministerio en el que podría encajar dicho Organismo podría ser el de Educación, con ventajas para los estudiantes ya que si los jóvenes no salen lo bastante bien preparados al menos tengan la esperanza de que les toque algo.
Y todo este rollo, al igual que los diez mandamientos, se encierran en dos: los juegos de azar siempre son un síntoma de crisis, primero porque los ciudadanos lo ven como única salida a su penosa situación, y segundo porque es una forma de que el Estado recaude más.

Desde aquí hago una llamada a todos los que gastan su dinero en los juegos de azar: queridos contribuyentes, no contribuyáis más de lo necesario, no gastéis en loterías, quinielas ni en otros juegos de apuestas. Cruzo los dedos por ello, porque los juegos de azar traen mala suerte.
http://www.k-government.com/2011/02/03/el-impuesto-sobre-los-tontos/

Cinco razones para no pagar el impuesto de los tontos, la lotería

Mañana es el día del sorteo más famoso de lotería, el Sorteo de Navidad. Este sorteo, es el típico que abre titulares en todos los medios sobre la lluvia de millones en tal ciudad o pueblo, la gente feliz y sonriente porque “se han hecho ricos” y todo el mundo muy feliz por unos instantes.
Además de esa alegría intrínseca que genera el dinero, soy de los que piensa que la lotería es el impuesto de los tontos y en este post voy a dar cinco razones para no pagar el impuesto estatal y voluntario de los pobres de la lotería. Aunque claro, quizá ya estos consejos no sean aplicables para este sorteo.
·                 La probabilidad de que nos toque el premio máximo de 400.000 euros es de 1/100.000Matemáticamente, es una probabilidad ridícula de acierto para una pérdida potencial de 20 euros, que es el precio de un décimo de lotería.
·                 La probabilidad de perder todo el dinero gastado en ese décimo de lotería asciende a un 85%. Como inversión, podríamos decir que el riesgo es realmente elevado.
·                 La probabidad real de obtener un premio (mayor retorno que el reintegro) es del 5,3%.
·                 En el hipotético caso de que seamos unos afortunados y ganemos el premio máximo, ni vamos a poder dejar de trabajar ni tampoco nos vamos a convertir en millonarios. Nuestra probabilidad de que a la vuelta de un par de años o tres, estemos en una situación financiera peor a la situación de partida es superior al 50%.
·                 Después del somero análisis matemático de probabilidades, podemos constatar que comprar lotería corresponde más a una irracionalidad que a una decisión económica, por lo que si pensamos friamente, sólo colaboramos con la recaudación neta para Loterías y Apuestas. Es decir, comparando, nos quejamos por ejemplo por pagar 5 euros al año en recetas médicas pero no tenemos reparo en “pagar” 20 euros en este pseudoimpuesto
·                 Por último, un premio de 400.000 euros genera más decisiones económicas incorrectas que adecuadas. La primera por ejemplo, amortizar la hipoteca si tenemos unos diferenciales aceptables, la segunda, dividr el premio entre familiares y otro error muy común es por ejemplo, omprar activos físicos que se devaluan rápidamente y generan grandes costes adicionales como son los vehículos de gama alta. Un buen resumen de mayores problemas que ventajas para los nuevos “semi-ricos” que se despertarán el día 23 con más dinero en sus cuentas corrientes.


Por cierto, yo también he picado y he pagado el impuestos de los tontos; no todas las decisiones son económicas.

http://www.elblogsalmon.com/economia-domestica/cinco-razones-para-no-pagar-el-impuesto-de-los-tontos-comprar-loteria

Por qué la lotería es una mala decisión económica


Aunque el vídeo está en inglés, puedes poner los subtítulos en castellano en configuración.

La lotería es un truco para alimentar el individualismo de los desposeídos


En 1953 decía Guillermo Rovirosa: «Uno de los mejores trucos inventados para alimentar el individualismo de los desposeídos es el de las loterías de tipo nacional. Esto parece solamente un recurso para el tesoro público, pero no hay duda de que su gran éxito en los países de moneda desvalorizada consiste precisamente en su facultad de alimentar la esperanza de los que no creen en la Providencia y desconfían de la solidaridad humana. El hecho -se piensa- es que en cada sorteo se sacan algunas almas del purgatorio terrenal para entrar en el cielo capitalista».

Chistes sobre la lotería