martes, 2 de diciembre de 2014

Historias de ganadores de la lotería

Hagamos un ejercicio de flash-forward con el protagonista del anuncio de la Lotería de Navidad, el pobre Manolo, al que el bondadoso camarero Antonio le ha guardado un décimo. ¿Qué le depara la vida a Manolo, desde el momento que le entrevista la TV hacia el futuro? ¿Cuánto va a tardar en abandonar a su comprensiva mujer y buscarse una más joven? ¿Guardará los millones para disfrutar de una plácida jubilación o lo gastará en yates y deportivos, para impresionar a su nueva concubina?
Llámennos descreídos, pero después de leer este artículo desearás no ser nunca el de la foto. “La norma que aplicamos es que la riqueza repentina conduce a la ruina a la gente entre tres y cinco años“, afirma el director de un banco de inversiones. ¿Y el resto? Sólo el 10% de los ganadores de un premio de lotería son más felices de lo que eran dos años después del premio.

“No compres lotería, te traerá problemas”
Nombre: Keith Gough (Reino Unido)
Premio: 12 millones de euros (2005)
Desgracia: Cinco años después de ganar la lotería, murió divorciado y alcoholizado después de dilapidar su fortuna en coches, apuestas de caballos y mansiones que fueron haciéndole cada vez más infeliz. Poco antes de morir, Keith dijo que aquel premio había arruinado su vida de tal manera que si veía a alguien comprando lotería intentaba disuadirle.

Todo por la napia
Nombre: Callie Rogers.
Premio: 1,9 millones de libras en 2003.
Desgracia: Después de haberse gastado un cuarto de millón de libras en cocaína, primero con su novio (feroz consumidor) y después en su nuevo novio (dealer), a la joven Callie, de 22 años, le quedaron 20.000 libras, unos 25.000 euros. En el ínterin ha intentado suicidarse varias veces para salir de su “agujero negro”, según cuenta en The Mirror.

Nombre: Michael Carroll
Premio: 9,7 millones de libras en 2002.
Desdicha: La prueba viviente (de milagro) de que la combinación de mucho dinero y poca clase puede ser letal para la salud. El mozo de la fotografía era un seguidor de los Glasgow Rangers que, de la noche a la mañana, se vio agraciado con el premio gordo. A los dos años de ganar el premio ya acumulaba 42 denuncias y estuvo a punto de entrar en la cárcel por sus arrebatos violentos. Unos mafiosos degollaron a  cinco de sus rottweillers en su mansión, a los que acabó pagando 200.000 euros para que no hicieran daño a su familia.
En 2010 volvió a su antiguo barrio y pidió trabajo en la fábrica en la que se había despedido. Volvió con la frente marchita, la cabeza baja y dos intentos de suicidioa sus espaldas.

Una buena lección de karma
Nombre: Tonda Lynn Dickerson (EE. UU.)
Premio: 10 millones de dólares (1999)
Desgracia: 13 años después de ganar su jugoso premio, el Departamento de Tesorería de los Estados Unidos llamó a su puerta para exigirle 1.119.348 dólares en impuestos. Una ración de karma bien servida por haberse negado a compartir el premio con sus compañeros de trabajo después de prometerse entre ellos que si alguno ganaba, compartiría el dinero con el resto.

Un premio lleno de desgracias
Nombre: William “Bud” Post (EE. UU.)
Premio: 16,2 millones de dólares (1988)
Desgracia: A los tres meses de ganar el premio gordo de la lotería de Pennsylvania, Post ya debía medio millón de dólares: había comprado un restaurante, un garaje y un avión (aunque no podía volar). Fue denunciado por su ex mujer y su hermano contrató un asesino a sueldo, para intentar llevarse algo de herencia. El “afortunado” murió en 2006, después de declararse en bancarrota y vivir de los subsidios.

Volver a la ruina en menos de un año
Nombre: Juan Rodríguez (EE. UU.)
Premio: 88 millones de dólares (2004)
Desgracia: Este aparcacoches colombiano afincado en el barrio neoyorkino de Queens se fundió todo su premio en menos de un año. Empleó el premio para pagar sus deudas, y sumando los impuestos, en menos de un año volvía a estar en números rojos. 

“El dinero que arruinó nuestras vidas”
Nombre: Roger y Lara Griffiths (Reino Unido)
Premio: 1,2 millones de euros (2005)
Desgracia: Antes de ganar la lotería, el matrimonio apenas discutía. Con el dinero del premio se compraron una casa de casi un millón de euros y un Porsche. Y seis años después, Roger se largó en el Porsche con otra mujer, el matrimonio se fue al garete, un incendio destruyó su casa, toda su fortuna se había esfumado y tenían deudas.

Volver a tu antigua vida sin darte cuenta
Nombre: Sharon Tirabassi (Canadá)
Premio: 10,5 millones de dólares canadienses (2004)
Desgracia: Madre soltera con seis hijos que vive a base de prestaciones sociales gana la lotería. Pero se gasta el dinero en una casa grande, coches extravagantes, viajes exóticos, regalos para familiares, préstamos a amigos… Y en menos de una década vuelve a la clase obrera,conduciendo el autobús a media jornada y viviendo en una casa de alquiler. Suerte que guardó un dinero para que sus hijos puedan beneficiarse de él cuando cumplan 26 años.

“El dinero nos traerá desgracias, regalemoslo”
Nombre: Allen y Violet Large (Canadá)
Premio: 11 millones de dólares canadienses (2010)
Desgracia: Tras recibir el premio ambos sospecharon que les iba a traer más disgustos que satisfacciones, así que decidieron quitárselo de encima. Ayudaron primero a sus familiares y amigos, y luego donaron el resto a varias organizaciones e instituciones caritativas: hospitales, bomberos, iglesias, cementerios, la Cruz Roja y el Ejército de Salvación. “No somos millonarios pero vivimos bastante bien. El dinero no tiene importancia, nos tenemos el uno al otro”. 

“Más dinero, más problemas”
Nombre: “Wild” Willie Seeley (EE.UU.)
Premio: 3,8 millones de dólares (lo recibido después de pagar sus correspondientes impuestos) (2013)
Desgracia: Y uno de los últimos al que el dinero ha roto la tranquila y cómoda vida, como asegura este mecánico de Nueva Jersey. Su recién adquirida fama le está suponiendo un problema: el canal A&E anda detrás suyo para hacer un reallity y los medios de todo el país lo acosan para entrevistas. Además, familiares de los que jamás oyó hablar están apareciendo pidiendo favores financieros. Él se quejará, pero más de uno preferiría pasar por esos problemas con tal de ganar ese pastón.

Y LA QUE NO SE ARREPIENTE (de momento):
“Siempre viajo en clase turista”
Nombre: Mallorquina anónima (España)
Premio: 126 millones de euros (el mayor premio ganado en un juego de azar en la historia)

Fortuna: Enorme, porque los 126 millones de euros que ganó en 2009 al acertar los números de la Euroloto ya se han convertido en más de 150 millones, lo que convierte a esta mallorquina que (por razones evidentes) no quiere desvelar su nombre en una de las 300 mayores fortunas de España. Pero esta casi treintañera y madre soltera no tiene yate ni viaja en primera. De hecho, según relata Martín Mucha en El Mundo, no abandonó su trabajo hasta dos años después, para no dar pistas al personal, que ya se sabe cómo son los compañeros de oficina cuando uno se vuelve multimillonario.
http://blogs.publico.es/strambotic/2014/11/fuck-lotto/ 

La lotería es un impuesto estatal al desconocimiento de las matemáticas

Si tuviéramos todos en mente la probabilidad real de que toque alguno de los premios en la Lotería de Navidad nadie jugaría al sorteo porque, en realidad, es "sólo" del 5%. Así que perder en el Sorteo de Lotería de Navidad es lo fácil. Hay un 86% de probabilidades de que "no toque nada" contra un 0,00001% de probabilidades de ganar el Gordo, según explica el profesor de matemática aplicada de la Universidad CEU San Pablo, Miguel Córdoba Bueno. Algo que si miramos fríamente es desalentador. Par la suerte, en realidad, no sirven ni los "números bonitos", ni las estampitas, ni los trucos pero la gente no pierde la fe en ello.
En el tradicional Sorteo de Navidad, que se celebra este domingo, es más sencillo recuperar el dinero apostado que "triunfar", porque hay un 9 por ciento de probabilidades de que toque el reintegro.
Según el matemático, esta lotería es de las "peores" en cuanto a posibilidades de ganar dinero, pero se compensa con la ilusión del "jugoso" premio gordo de 400.000 euros.
Todas las bolas del bombo son iguales y cualquier número tiene las mismas posibilidades de salir, así que la probabilidad de llevarse el Gordo es todavía más "remota", de 1 entre 100.000 (0,00001 por ciento).
A pesar de las estadísticas, el profesor ha reconocido que el sorteo de Navidad es un fenómeno social y los trucos y las supersticiones, aunque no funcionen, son parte de la tradición.
Frente a la famosa lotería del 22 de diciembre, la probabilidad de ganar en la del Niño aumenta a un 7,82 por ciento, y además, este sorteo tiene hasta tres reintegros.
"Es cierto lo que se dice de que en el Niño se gana más: sólo hay un 62 por ciento de probabilidades de que no te toque nada", ha añadido Córdoba.
La de Navidad no es la "peor" de las loterías, en la Primitiva la probabilidad de ganar es del 1,8 por ciento y en la de la ONCE, del 1 por ciento.
Córdoba, por otra parte, ha señalado que la lotería estatal ya debería disponer de un sistema "online" para poder jugar a través de Internet: "abarataría los costes, podrías elegir tu número y sería más seguro, porque no habría problemas ante el robo o la pérdida del boleto físico", ha argumentado. Además, el profesor ha criticado que se publicite la lotería porque "no es un negocio". Hay que regularlo y pagar los correspondientes impuestos.
"No se deben hacer anuncios en los que aparezcan personajes famosos con los impuestos de todos", ha añadido. En esta ocasión, además, será la primera vez que se aplique a la lotería de Navidad la nueva normativa fiscal, por lo que Hacienda se llevará un 20 por ciento de todos los premios superiores a 2.500 euros.
Por lo que ahora, por ejemplo, al premio gordo de 400.000 euros habrá que descontarle casi 80.000 euros.
Córdoba ha recordado que el Estado se lleva además el 30 por ciento de todo lo recaudado en la venta de números, y el 70 por ciento es lo que se reparte en los premios.



¿Qué probabilidad hay de que te toque el gordo?

Pues…vamos a ser claros desde el principio…la probabilidad de que te toque el gordo de la Lotería de Navidad es bastante baja, eso no lo duda nadie. Aunque para ser justos hay que reconocer que este sorteo no es ni mucho menos el peor en lo que a probabilidad de acierto se refiere.
En el resto del artículo daremos algunos datos del sorteo de la Lotería de Navidad, con los que calcularemos algunas probabilidades. Además, comentaremos qué es, a grandes rasgos, la esperanza matemática.

¿Qué probabilidad tenemos de que nos toque el Gordo?

Bombo del Sorteo de NavidadComo hemos dicho antes, vamos a comenzar siendo claros y directos. Teniendo en cuenta que en el sorteo de Navidad de la Lotería Nacional entran en el bombo 85000 números100000 (desde 2011), la probabilidad de que nuestro décimo (suponiendo que sólo tengamos uno) sea el premiado es:
P(Gordo)=\cfrac{1}{100000}=0,00001
Esto es, bajísima. Y no podía ser de otra manera. Si un sorteo de este tipo está bien pensado y estudiado, la probabilidad de llevarse el premio gordo debe ser muy baja.
Bien, vamos a ser un poco menos ambiciosos. Partiendo de la base de que hemos comprado un décimo, ¿cuál es la probabilidad de obtener algún premio (aunque sea el reintegro)? Pues vamos a ver algunos datos sobre los distintos premios que ofrece este sorteo.
La emisión de billetes del Sorteo de Navidad consta de 195 series de 100000 billetes. Cada uno de estos billetes consta de 10 décimos, por lo que tenemos 1950 décimos de cada uno de los números que entran en sorteo. Dado que se entregan 13334 premiosentre el Gordo, el segundo, el tercero, los cuartos, los quintos, las aproximaciones a algunos de ellos, las “pedreas” y los reintegros, tenemos que en este sorteo habrá26001300 décimos premiados (esto es, el producto de los 13334 premios por los 1950 décimos que tiene cada número). Teniendo en cuenta que en total se venden 100000 · 10 · 195=195000000 décimos, se tiene que la probabilidad de que nuestro décimo obtenga algún premio es la siguiente:
P(Premio)=\cfrac{26001300}{165750000}=0,15687
No es gran cosa (evidentemente), pero esto ya está mejor. Un 15% de posibilidades de “pillar” premio con nuestro décimo…

¿Cómo es este sorteo comparándolo con otros?

…¿cómo es de bueno ese tanto por ciento? Pues, comparándolo con otros sorteos que se hacen en España la verdad es que no está mal. Por poner un par de ejemplos, en la Quiniela hay 14348907 combinaciones de resultados distintas, por lo que la probabilidad de acertar una de 15 aciertos con una apuesta simple es de:
P(15 \; aciertos)=\cfrac{1}{14348907}=0.0000000696917
Aunque bueno, como se pueden hacer apuestas múltiples y los conocimientos de la competición (y todo lo que la rodea) también influyen, en realidad la probabilidad podría ser más alta.
En la Lotería Primitiva tenemos un total de 13983816 combinaciones distintas, por lo que la probabilidad de acertar una de 6 aciertos es:
P(6 \; aciertos)=\cfrac{1}{13983816}=0.00000007151
También bastante más baja que la de la Lotería de Navidad, aunque algo más alta que la de la Quiniela.
Y posiblemente el Euromillón se lleve la palma, ya que entre los cinco números a elegir entre el 1 y el 50 y las dos estrellas entre el 1 y el 9 tenemos la friolera de 76275360 combinaciones distintas, por lo que la probabilidad de acertar el premio mayor es irrisoria:
P(Euromillon)=\cfrac{1}{76275360}=0.00000001311
Teniendo en cuenta todo esto creo que, aunque nunca hay que perder la ilusión, es bastante irracional basar nuestro futuro económico en que nos toque el Gordo, la Quiniela, la Primitiva o el Euromillón (lo que dice la frase anterior es más que evidente, pero con todo y con eso todavía hay gente que confunde ilusión con posibilidades reales y sigue pensando que en algún momento le tocará la lotería y podrá dejar de trabajar).
De todas formas, si comparamos la Lotería de Navidad con los otros tres juegos de azar, la primera tiene una ventaja sobre los demás: a alguien tiene que tocarle. Sería tremendamente extraño que no se vendiera ningún décimo de alguno de los números que entran en sorteo, por lo que el día 22 de diciembre justo antes del sorteo alguien (de hecho bastante gente) tendrá un décimo correspondiente al Gordo de la Lotería de Navidad sin saberlo todavía. En los otros tres cabe la posibilidad de que el premio mayor no le toque a nadie, ya que hay tantas combinaciones posibles que en principio no tienen por qué haberse jugado todas en todos los sorteos. Pero de todas formas, si pensáramos con mente de matemático, posiblemente no jugaríamos a ninguno de ellos, ya que es prácticamente seguro que perderemos el dinero apostado.

¿Cómo medir qué esperamos ganar? La Esperanza Matemática

Pero en realidad jugamos, y mucha gente lo hace a todos (yo mismo echo un Euromillón todas las semanas, Quiniela de vez en cuando y compro Lotería de Navidad). Y, concretando en el Sorteo de Navidad, muchas veces jugamos por si acaso, por llamarlo de alguna manera. Me explico. ¿Por qué compramos lotería en nuestro lugar de trabajo? Porque como toque y yo no lleve…a ver quién aguanta a los compañeros. ¿Por qué compramos en el bar dónde tomamos habitualmente el aperitivo? Porque como toque y no lleve…después de ir al bar a diario…me matan por tonto. ¿Por qué, en general, compramos prácticamente siempre que alguien nos ofrece? Porque como toque y no lleve…después de que me la ofrecieron…me van a llamar de todo.
Bueno, en resumidas cuentas, todos compramos Lotería de Navidad. Partiendo de eso, ¿cuánto esperamos ganar?
En Teoría de Probabilidades hay una medida que nos puede decir lo que podemos esperar ganar en este tipo de juegos. Y, como no podía ser de otra forma, se denomina Esperanza Matemática (o simplemente Esperanza). No me voy a meter a definir formalmente esta medida (igual en otro artículo más adelante), pero voy a contar un poco qué significa en este tipo de juegos. Para estos sorteos la esperanza se calcula de la siguiente forma:
E={Premio}*{Probabilidad de acertar}-{Cantidad pagada}*{Probabilidad de no acertar}
Por ello en estas situaciones la esperanza puede decirnos cuál es la cantidad que esperamos ganar con nuestra apuesta, teniendo en cuenta la probabilidad de acertar y la de no acertar, el gasto que tenemos que hacer y el premio que conseguimos si acertamos.
Vamos a ver algunos ejemplos sencillos:
  • Supongamos que tenemos que pagar 1 € para jugar al siguiente juego: se tira una moneda al aire, si sale cara nos dan 5 € y si sale cruz no nos dan nada. Tenemos entonces una probabilidad 0,5 de ganar y lo mismo de perder. La esperanza de este juego es la siguiente:
    E=5 \cdot 0,5 - 1 \cdot 0,5=2
    Esto es, por cada euro gastado se espera que ganemos 2 €. Está bien el juego entonces (es un juego favorable para el jugador).
  • Supongamos ahora que tenemos que pagar 1 € por jugar al siguiente juego: se lanza un dado al aire, si sale un 4 nos pagan 5 € y si sale cualquier otro perdemos nuestro euro. Tenemos, por tanto, una probabilidad \textstyle{\frac{1}{6}} de ganar y una probabilidad \textstyle{\frac{5}{6}} de perder. La esperanza en este caso es:
    E= 5 \cdot \cfrac{1}{6} - 1 \cdot \cfrac{5}{6}=0
    Esto significa que no esperamos ni ganar ni perder nada (es lo que se denomina unjuego justo).
  • Veamos qué ocurre ahora con este juego, por el que también pagamos 1 € por jugar: se meten diez bolas en una urna numeradas del 1 al 10 y sacamos una de las bolas. Si sale un 7 nos pagan 5 € y si sale cualquier otro no recibimos nada y nos quedamos sin nuestro euro. Aquí tenemos una probabilidad 0,1 de ganar y una probabilidad 0,9 de perder, por lo que la esperanza es:
    E=5 \cdot 0,1 - 1 \cdot 0,9=-0,4
    Uhmmm…mal asunto, ya que cada vez que juguemos se espera que perdamos 0,4 € (esto es un juego desfavorable para el jugador).
Ya que más o menos hemos nos hemos debido quedar con la idea de esperanza matemática, ¿qué esperáis que sea cualquiera de los sorteos comentados anteriormente (en particular el Sorteo de Navidad)? Pues, claramente, un juego desfavorable para el jugador (mal asunto para las arcas del Estado si la cosa no fuera así). Esto, como se ha visto en el último ejemplo, significa que lo que podemos esperar participando en este sorteo es que perdamos dinero. Por ello, como dijimos anteriormente, si pensamos con mente matemática no deberíamos jugar…aunque a la postre, matemáticos o no, terminaremos comprando Lotería de Navidad por si acaso.
http://gaussianos.com/loteria-de-navidad-%C2%BFque-probabilidad-hay-de-que-te-toque-el-gordo/

¿El fin justifica los medios?


Por Eugenio Rodríguez, sacerdote diocesano


Parece aceptado que un principio moral claro es que «el fin no justifica los medios». Nos referimos con ello a que un fin justo y noble no justifica que el camino para llegar a ello pueda ser explotador o inmoral.
Llegar a lo alto de una montaña no justifica que lo haga a hombros de otro. Escribir un libro no justifica que lo plagie. Construir una familia no justifica comprar esposa... El fin que se busca, por noble que sea, no justifica que se alcance de cualquier manera. Gandhi decía: En los medios se anticipan los fines. Decimos habitualmente que algo torcido es algo maquiavélico porque un tal Maquiavelo defendía que el fin justifica los medios.
Pero ahora llega diciembre con sus loterías. Esas que se vienen anunciando desde mayo. Y entonces los principios se echan a temblar. Y como hay que sacar dinero para tantas causas justas... la moralidad de los medios puede ponerse entre paréntesis. Y se aparca ese importante principio.
Las loterías tienen unos fines reales y objetivos:
1) Recaudar para el Estado.
2) Concentrar la riqueza en pocas manos.
3) Mantener las ilusiones sin dar soluciones.
No tememos exagerar si decimos que las loterías son inmorales. No las hacen justas las razones que tantas veces se aducen. Se dice que dan empleo. Pero ¿vale todo lo que dé empleo? También el terrorismo, la prostitución o las guerras dan empleo. Se dice que se logran fondos para tareas nobles. Pero ¿el fin justifica los medios? No creo que el cebo de la lotería haga que nadie pueda, objetivamente, colaborar más.
A los forofos de esas loterías les propongo que las apliquen a su familia. Pongamos por ejemplo una familia de 10 primos. Cada uno pone -por ejemplo- 6.000 euros. Total 60.000 euros. De entrada se entregan 30.000 euros al Estado. Después pueden hacer un sorteo en el cual haya tres premiados. A dos se les daría lo mismo que han jugado. Y el gordo sería darle el doble de lo jugado a uno. A mi empresa le corresponden 6.000 porque para eso hemos dado la idea. ¿Hay alguna familia tan tonta que acepte este timo? Pues este es el timo que aceptan los jugadores de lotería.
Pero no se preocupen que la cosa tiene arreglo. En vez de 6.000 euros por persona pueden poner 6.600 euros. Y los 600 pueden entregarlo a Cruz Roja. Total: la nada despreciable cantidad de 6.000 euros iría a Cruz Roja, o a la Benemérita ¡no discutamos por eso! Para darle a Cruz Roja 6.000 euros, 7 personas tienen que perder 6.000 euros
¿No es de locos?
Pero es más. No hablamos de imaginar. Hablemos de hechos. Ningún personaje de los que realmente admiramos de la historia de la humanidad por su valentía, solidaridad, amor al prójimo... dedicó su vida a jugar a las loterías de su tiempo. Sócrates, Jesucristo, Francisco de Asís, Gandhi, Luther King... ninguno. Y todos realmente combatieron lo más grave de la lotería que es su cultivo de la avaricia (clásicamente pecado capital). Se enfrentó a la lotería de su tiempo nada menos que san Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes españoles: No pueden morar juntos Dios y el demonio (...) ¡Ah, desdichado de ti, porque juegas porque es Pascua de Navidad! (Sermón 2º, Venida de Cristo al alma ¿Cómo Prepararse? Domingo III de Adviento. BAC 1970, II, 61-62).
Defiende la doctrina de la Iglesia aquello de la Biblia: Ganarás el pan con el sudor de tu frente. Y así lo han defendido la inmensa mayoría de los cristianos, que no son rentistas sino trabajadores que han vivido tanto o más que los monjes aquello de Ora et labora cuando -tantas veces- oraban mientras laboraban. Y así se han hecho las más importantes obras de la Iglesia. Sobre todo con trabajo. Así siguen millones de cristianos. El conocido padre Kolbe (asesinado por los nazis) fue capaz al mes de llegar a Japón de tener toda una red de publicaciones cristianas... sin lotería. Y no podía ser de otra manera cuando el fundador había dicho Vengan a mí los cansados y agobiados. Y no había dicho vengan a mí los chollistas.
¿Qué decir de dos siglos de movimiento obrero socialista y anarcosindicalista? Construyó periódicos, casas de cultura, cooperativas, bufetes laboralistas y un largo etc. de iniciativas... ¡sin loterías! Con trabajo solidario. ¿Qué loterías promovió Angel Pestaña? ¿Y El Noi del Sucre? Lean las vidas militantes de dos siglos de entrega solidaria y no encontrarán ni el más mínimo atisbo de loterías más que para criticar su potente capacidad de alienación. Dice Abad de Santillán lo que tantos obreros pobres experimentaron: el periódico se sostenía por los sacrificios hechos con alegría. Sacrificio y alegría.
En 1953 decía Guillermo Rovirosa, militante cristiano hoy en proceso de beatificación: Uno de los mejores ‘trucos’ inventados para alimentar el individualismo de los desposeídos es el de las loterías de tipo nacional. Esto parece solamente un recurso para el tesoro público, pero no hay duda de que su gran éxito en los países de moneda desvalorizada consiste precisamente en su facultad de alimentar la esperanza de los que no creen en la Providencia y desconfían de la solidaridad humana. El hecho -se piensa- es que en cada sorteo se sacan algunas almas del purgatorio terrenal para entrar en el cielo capitalista.
En el año 2006 los españoles gastamos 2.700 millones de € en Lotería de Navidad. La media de gasto por habitante fue de 60 €. El Estado gastó en Ayudas a la rehabilitación y acceso a vivienda 1.100 millones de €. ¿Qué pasaría si juntáramos ese dinero en una caja solidaria para solucionar todos los problemas de todos?
No, nunca el fin justifica los medios.

El sindicalismo también pone su ilusión en la lotería






¿Puede temblar el sistema con un sindicalismo que aspira a ser millonario?

Ninguno de los mejores momentos de la vida se han comprado con dinero

Fernando Rivera

Una vez al año el telediario, como excepción, deja de relatar tragedias para enseñar a personas felices saltando, llorando y brindando con champagne, contando los planes tan estupendos que tienen para su futuro inmediato.
No os creáis nada, es un anuncio.

Como boletín oficial del régimen, al telediario le toca la fácil tarea de vender uno de los filones del Estado: la lotería, también conocida como el impuesto de los tontos.

El año pasado unos caricaturescos famosos variopintos te vendían tu décimo de una manera surrealista. Algún niño todavía tiene pesadillas al imaginarse la campanilla de Raphael saliendo del televisor. Este año han apelado al miedo más directamente.

El mensaje es claro “El día que dejes de malgastar tu dinero en lotería puede tocar ese número, que te conoces de memoria por que llevas años echándolo, y todos se reirán mientras tú lloras”. Quieren que olvides todos los años en los que te has pasado horas viendo como los demás reían y tu te lamentabas de haber tirado a la basura, como poco, 20€ una vez más.

Y es que el miedo, la envidia y las promesas irreales son las mejores y más conocidas tácticas para vender.

Un año más millones de personas olvidarán sus necesidades y tirarán 20€ en una promesa vacía. Se ilusionarán durante meses, harán planes de en qué lo van a gastar, prometerán que cuando les toque la lotería harán esto y lo otro y el día que su décimo no salga premiado volverán a la amargura de no ser capaces de controlar su destino, quizá con la vista puesta en el siguiente sorteo, aplazando su ilusión, aplazando su vida.

Y es que si eliges dejar tu suerte en manos del azar, ya estás eligiendo perder.

No te voy a aburrir diciéndote que tienes más probabilidades de que te caiga un rayo a que te toque la lotería y que por mucho que conozcas a un vecino que tiene un primo cuyo amigo de la infancia le tocaron 10 millones de pesetas en 1991, ese no va a ser tu caso, pero quiero que te plantees qué quieres hacer con tu vida y quién quieres que la decida.

La suerte no se echa, no está en un papel que emite el Estado para que pagues más impuestos, no está en una tragaperras que pone el dueño del bar para ganar más dinero con tus impulsos irracionales, no está en apuestas emocionales e imprevisibles sobre tu equipo favorito… La suerte tienes que perseguirla y ganártela. Crea situaciones en las que puedas tener suerte ¡Sal a buscarla!

Olvídate de dar el pelotazo, el dinero que no te cuesta ganar tampoco te costará nada perderlo y es muy probable que acabes peor de lo que estabas. Por eso deseo que jamás te toque la lotería, por eso me encantaría que jamás la vuelvas a echar.

Afronta tu destino, cumple los sueños que siempre has querido cumplir, deja de poner el dinero de excusa para no ser feliz. Para lo que sí que no tienes que tener dinero es para tirarlo en comprar un papel, ni aunque te sobre.

Recordad que estamos en noviembre (por mucho que quieran adelantar la navidad cada vez más), mentalizaos para 2 meses de bombardeo publicitario sobre cosas que no necesitáis, que nos os van a servir para nada y no os dejéis llevar por impulsos. Meditad cada compra y haced memoria de los mejores momentos de vuestra vida: ninguno de ellos se compró con dinero.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Concepción Arenal y la lotería


"No se puede adquirir en conciencia valor alguno sino por medio del trabajo, o por donación de alguno que trabajando honradamente lo había adquirido. Los demás medios serán posibles, fáciles, y para vergüenza y desgracia del mundo, podrán ser hasta legales; pero no son muy honrados. Esto es claro, sencillo, incuestionable, elemental; y siendo cierto que el dinero cobrado en virtud de un billete de lotería ni es producto de nuestro trabajo ni del de nadie, no podemos percibirlo ni apropiárnoslo y usar de él sin cierta infracción d ela ley moral. La cantidad que cobramos está allí en virtud de una serie de acciones inmorales, tantas como individuos han contribuido a formarla; y en lugar de ser fruto del trabajo, es consecuencia de la culpa, que siempre la hay en pedir ganancias a la suerte sin consultar a la conciencia, y en no reparar en el desdichado conducto por donde viene aquel dinero que nos trae la fortuna"

[Del libro: Cartas a un señor, de 1880]

domingo, 30 de noviembre de 2014

Lotería, historia de un impuesto sobre la estupidez

El diario El Mundo ha publicado un reportaje sobre estudiantes universitarias españolas que se ven obligadas a recurrir a la prostitución para poder pagarse los estudios. También están circulando noticias llegadas de Inglaterra de que, con la subida de tasas universitarias, según el Colectivo Inglés de Prostitutas y el Sindicato de Estudiantes, el número de jóvenes que se tienen que prostituir para poder pagar la carrera ha aumentado considerablemente.
En algunos puntos de España, como la Comunidad de Madrid, el precio de algunos estudios universitarios ha llegado a subir hasta un 100% de un año a otro. Es de suponer que muchos estudiantes, para pagar la siguiente cuota, estarán pensando en la prostitución, pero aún les queda una última esperanza: ¡la Lotería de Navidad!
España es uno de los países que más juega a la lotería de todo el mundo, si no el que más. De los que se conocen los datos, en Alemania un 22% de la población lo hace regularmente y un 40% ocasionalmente, en Reino Unido la proporción es 41%-67% y en España, líderes mundiales, un 57% de habituales y un 70% de ocasionales. Sólo se nos acerca Estados Unidos, con un 55% de jugadores fieles.
¿Y quién será, dentro de nuestro territorio, el campeón de campeones?Pues la comunidad autónoma donde más se juega en España es la valenciana. Y en las que menos, Extremadura y Ceuta y Melilla. Pero peor lo tienen los catalanes. Cataluña es la que más se acerca, junto con Castilla-La Mancha, a la media de gasto total de España. En este punto, Wert no podrá españolizarlos más. Una tragedia mediática.
No obstante, el fenómeno es internacional. Nadie se salva. Marx analizó la lotería de Luis Napoleón y ya advirtió de que se trataba de un vil engaño a los trabajadores, un instrumento para confundir al proletariado con la ilusión de que, sin necesidad de hacer la revolución o luchar por su dignidad, podía salir de la pobreza. Pero de nada sirvió: en la Unión Soviética, así como en el resto de democracias populares, hubo loterías.
También es casualidad, y curiosidad, que según el filósofo italiano Antonio Gramsci, Marx tomara de Balzac la expresión "opio del pueblo" con la que el incansable novelista francés se refería a la lotería fascinado por su efecto hipnotizador, aunque fuera para aplicarla luego a la religión en su faceta más perversa, lo cual no habla muy bien de la lotería precisamente.
Y todavía fueron más duros el filósofo y economista inglés William Petty, que dijo que los jugadores de loterías eran "tontos autocomplacientes", o el mismísimo Adam Smith, quien concluyó que esta modalidad de recaudación de impuestos se basaba en un "autoengaño" de la población. Las matemáticas son muy elocuentes, pero hoy en día aquí seguimos todos, mirando a ver si sale la bolica buena.

Muchos trabajadores españoles, por ejemplo, han dicho este año a sus compañeros que no hacían la última huelga del 14 de noviembre porque no podían prescindir, sintiéndolo mucho, de un día de salario, y se excusaban prácticamente el mismo día que encargaban sus doscientos euros en lotería, como poco. Somos una etnia de contrastes.
Uno de los primeros psicólogos, George Devereux, ya halló la fórmula de esta aparente sinrazón. Explicó que la lotería era "una forma de escapar del sistema cerrado del trabajo y ahorro, una especie de válvula de seguridad a través de la cual los deseos reprimidos pugnan por salir y permite la canalización de las demandas disruptivas". Es decir: no haces huelga, das dinero al Estado y encima te desahogas y te quedas más tranquilo ¡Y las querían privatizar!
Con todo, España, como siempre, presenta sus particularidades. Lo mismo que sólo hemos podido ganar el Mundial haciendo tiki-taka, llegamos a ser campeones mundiales en consumo de lotería con un fenómeno casi exclusivo, el juego en compañía. Un estudio encargado por el Centro de Investigaciones Sociológicas sobre nuestra ‘pasión', coordinado por Roberto Garvía, de la Universidad Carlos III, viene a explicar que lo que nos distinguió del resto de naciones europeas fue esta forma de entender el juego.
En la España del siglo XVIII, la Lotto era la que daba los premios más bajos de toda Europa. El problema, el porqué, es muy gracioso. Según explica este profesor, el sistema de validación de apuestas era muy complicado. Entonces, el primer director de la Lotto española recomendó que se descentralizara el sistema con delegaciones independientes en Barcelona y Cádiz, pero el secretario de Hacienda no lo permitió "por motivos políticos". Eran los Borbones y acababan de ganar cierta guerra.
Esto impidió que se pudieran aceptar correctamente las apuestas, de modo que los funcionarios encargados de supervisarlas tiraron la toalla. Se validaban todas. Y el riesgo que esto suponía para la Hacienda Real era que un afortunado ganara "un premio exorbitante", sigue el profesor, y arruinara al Estado. Así que antes de racionalizar el sistema y descentralizarlo, se decidió reducir la cuantía de los premios.
Pero en 1861, un jugador hizo una apuesta loca y ganó un premio de un millón de pesetas, el más grande en toda la historia, que desató a su vez una "fiebre lotérica" por todo el país. A los pocos meses, otro jugador volvió a ganar hasta el punto de que las siguientes apuestas que no tardaron en recibirse "eran tan grandes que la Dirección de Loterías podía llegar a tener que pagar más premios de lo que el Ministerio de Hacienda había podido recaudar el año anterior emitiendo deuda". Solución: fuera Lotto. Y de excusa, que era inmoral y había que proteger a los trabajadores. Estrategiawin-win.
Así llegó un nuevo modelo, la Lotería Nacional. Era más flexible, mejor organizada, pero el billete mucho más caro, y es ahí donde apareció el fenómeno: los adictos a la vieja Lotto no podían parar de jugar, tampoco comprar billetes a esos precios, y se vieron obligados a poner en marcha su red de contactos para obtener participaciones en números, es decir, empezaron a jugar en compañía.
Hasta la segunda mitad del XIX, mientras crecía el PIB de Alemania, Italia o Portugal, se registró un descenso del consumo de loterías en esos países. La gente dejaba de jugar en paralelo al desarrollo de la economía. En España, no obstante, ocurrió lo contrario: cuanta más riqueza había en el país, más jugábamos.
Y todo por el juego en compañía. Al principio, según cita el estudio aludido, éste se extendió porque servía para fortalecer los vínculos sociales. Un billete compartido era "un símbolo de lazos interpersonales". Por ejemplo, la obsesión de los oficinistas, por supuesto, era compartir número con su jefe; en la Guardia Civil, con el mando pertinente; el cacique de turno con sus amamantados; las familias cediendo su número unas a otras cual reverencia respetuosa, etcétera...
Y así, hasta hoy, donde en estas fechas navideñas el desembolso es considerable, cuando no pornográfico, y ya no se sabe si uno lo hace por el premio, para hacerse rico, o por si acaso se hacen los demás. Muchos oficinistas amargados están comprando números guiándose por un deseo que no conoce mesura de que no se haga rico ese subalterno que le tiene soliviantado y él no. Eso es lo que empuja a uno a tratar de reunir todos los números posibles, los de los amigos pero especialmente los de los enemigos.
O en los pueblos, donde a nadie le debe faltar la lotería de ningún bar, y raro es el pueblo español que no tenga uno cada dos metros. En la ruleta en cada apuesta se cubren todos los números posibles, aquí se hace por zonas geográficas: peinando el territorio como una Wehrmacht ávida de cupones.

Otro momento glorioso de nuestra lotería es cuando toca en un pueblo y rápidamente se presentan unos caballeros que quieren comprar boletos premiados in situ, con billetes que llevan ahí mismo en bolsas de plástico, por mayor valía que el premio, generalmente entre un 16 o un 25%. A mediados de los noventa se desarticuló una trama que había blanqueado 1.500 millones por ese método y se detuvo a 22 personas.
Pero da igual, los premios le siguen tocando a los mismos, año tras año, y el Ministerio de Hacienda reconoce que ésta es una práctica bastante común.Juan Antonio Roca, en su juicio por el Caso Malaya, vino a decir encogiéndose de hombros algo así como que qué culpa tenía él de que no parase de tocarle la lotería.

Y así seguiremos. En estas Navidades, dada la situación tétrica del país, muchos soñarán con poder pagar su casa, cambiar la ropa vieja de sus hijos o comprarse una silla de ruedas que se niegan a prescribirle y está recogiendo tapones de plástico por el suelo para que la caridad le dé una, pero los sueños, sueños son, decía el otro.
http://www.valenciaplaza.com/ver/71015/loteria--historia-de-un-impuesto-sobre-la-estupidez.html

El impuesto sobre los tontos

Decía Oscar Wilde que la casualidad es la ley de los tontos, también dijo (supongo que como corolario a tan acertada aseveración) que la lotería es el impuesto sobre los tontos. Pareciera que tan ilustre literato la tuviera tomada con los tontos, quizá porque consideraba que los más tontos eran quienes en aquellos últimos años de la época victoriana con su mentalidad retrógrada la tenían tomada con los homosexuales, entre los que él se encontraba, y que eran tratados como apestados en una sociedad en la que se podía denunciar la sodomía (acusación de la que tuvo que defenderse y perdió, siendo condenado a trabajos forzados). Como siempre, me desvío del objeto del post. Retomemos el asunto.
Yo estoy de acuerdo con ambas aseveraciones (con las que dijo Wilde, no con la denuncia por sodomía), y eso a pesar de que a mi padre le encantan las quinielas y la lotería, y de que yo mismo pertenezco -casi a la fuerza- a la peña quinielística-familiar que él ha creado (por cierto que le debo ya varias semanas de la cuota).

Con la que no estoy de acuerdo es con esa anacrónica frase que afirma que la mejor lotería es el ahorro y la economía, sin embargo reconozco que las pasadas navidades ahorré un buen pico al no adquirir lotería y negándome a comprar participaciones de los familiares y amigos. De hecho, a mi hija pequeña, la AMPA de su colegio le metió en la mochila varias participaciones de lotería, las cuales devolví íntegramente, lo cual me costó una discusión con mi mujer porque decía que íbamos a dar la imagen de tacaños. Ha sido la primera navidad de mi vida que he conseguido superar sin gastar ni un céntimo en sorteos.

Mi mujer no suele gastar dinero en juegos de azar, aunque incongruentemente sueña con que un día le toque un buen pellizco que le permita hacer realidad sus anhelos. Pero lo de ella es simplemente un deseo, porque para muchos españoles el que la suerte les acompañe en algún momento de sus vidas es una auténtica necesidad.

La crisis ha hecho mella en la sociedad, prácticamente todos los sectores económicos y productivos están “tocados”, pero es curioso que uno de los menos afectados sea el de los juegos de azar, incluso en algunas de sus manifestaciones ha experimentado incrementos, como ha sido la lotería de Navidad de este año que a pesar de no contar con mi aportación se recuperó con respecto al año anterior. Y esto tiene una explicación. Una muy triste explicación.

Es realmente penoso que muchas personas crean que un golpe de suerte sea la única posibilidad de resolver sus graves problemas económicos. Es funesto y deplorable que la formación, la experiencia, el esfuerzo y otros valores y aptitudes de las personas apenas sirvan para progresar y encontrar un hueco en el mercado laboral, y así las loterías y apuestas se conviertan en la esperanza de tantos desesperados.

El gobierno no es ajeno a esta circunstancia, de hecho en crisis anteriores menos profundas que esta ha utilizado los juegos de azar como forma de recaudar más.
Como siempre hago, suelo escribir de memoria, y no es mucha la que tengo, por lo que ruego que si me equivoco me corrijáis (soy un vago redomado y me cuesta mucho investigar lo que digo, y eso de ir a la wikipedia me va pareciendo cada día más vulgar). Pero recuerdo que fue en una de esas crisis que van y vienen  cíclicamente, y en una época en la que ya existían la quiniela futbolística y la lotería nacional, cuando se creo la quiniela hípica y también la lotería primitiva. También fue por aquel entonces cuando la ONCE potenció su juego de azar pasando del sorteo provincial con cupón de 3 cifras al sorteo nacional con 4 cifras, y la participación se disparó. También coincidió con la legalización de los bingos y de los casinos.
Huelga decir que tanta proliferación de los juegos de azar auspiciado por el Estado le reporta a las arcas estatales grandes recursos económicos. No es casualidad que el Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado pertenezca al Ministerio de Economía y Hacienda, aunque mejor que sea así en lugar de pertenecer al Ministerio de Defensa, al de Cultura o al de Ciencia e Innovación. Se me ocurre que dado el fracaso escolar en España, un Ministerio en el que podría encajar dicho Organismo podría ser el de Educación, con ventajas para los estudiantes ya que si los jóvenes no salen lo bastante bien preparados al menos tengan la esperanza de que les toque algo.
Y todo este rollo, al igual que los diez mandamientos, se encierran en dos: los juegos de azar siempre son un síntoma de crisis, primero porque los ciudadanos lo ven como única salida a su penosa situación, y segundo porque es una forma de que el Estado recaude más.

Desde aquí hago una llamada a todos los que gastan su dinero en los juegos de azar: queridos contribuyentes, no contribuyáis más de lo necesario, no gastéis en loterías, quinielas ni en otros juegos de apuestas. Cruzo los dedos por ello, porque los juegos de azar traen mala suerte.
http://www.k-government.com/2011/02/03/el-impuesto-sobre-los-tontos/