lunes, 5 de diciembre de 2016

Cebolotería: inmoral

Mientras los cebos se usan con animales no experimentamos más que la secreta alegría que
proporciona la inteligencia. Para pescar, o para lo que sea, parece de sentido común que el uso de cebos es una realidad plenamente humana. El capote para el toro, el azúcar para el caballo, la zanahoria para el burro… la vida humana -y sus dichos- está plagada de aprobaciones para el uso de cebos.

Distinto es cuando ponemos un cebo a otro ser humano. El que lo ve frunce el ceño con razón. Nos disgustamos cuando vemos la trampa. Si el político promete y no cumple, nos molestamos, porque no nos gusta el cebo de la promesa para arrancarnos el voto. Si el empresario promete una gratificación que no llega, comentamos el disgusto en el seno del hogar. Si el vecino nos engolosina… percibimos pronto la mentira. Entre humanos le tenemos alergia al cebo.

Con los niños, que son personas pero que están creciendo, estamos en terreno lamentablemente intermedio. Cada día goza de menos prestigio ponerle cebos a los niños: “si apruebas te compro tal cosa”, “si te portas bien haremos cual viaje”. Muchos padres se dan cuenta de que algo va mal cuando se llega a esto que algunos llaman “corrupción de las motivaciones”. Aseguran que es una mala “inversión”.

En estos días estamos siendo víctimas de un cebo. Con la “ilusión” de resolver tal o cual problema (un cebo), Hacienda logra que paguemos alegremente un buen impuesto. Treinta de cada cien euros jugados van directamente a Hacienda. Más el porcentaje que hay que entregar al cobrar el premio.

Con la “ilusión” de resolver tal o cual problema (cebo) mío… dejo de reunirme con otros para resolver los problemas juntos. El paro, la vivienda, la educación… todos los problemas pueden resolverse de manera solidaria; ninguno se va a resolver porque mordamos el anzuelo.

Cuando entidades sin ánimo de lucro añaden un cebo (otros dos euros) al cebo nacional, simplemente se convierten en cómplices de semejante espectáculo inmoral. Algunos meten a Dios en el cebo, y no con ello deja de ser cebo, sino que se hace más patético y triste.

Cuando, como en el anuncio de este año, se juega con los sentimientos y se miente a una anciana sin ninguna necesidad, no es extraño que profesionales de la medicina protesten. No es la mejor manera de atender esa enfermedad. Añadir que lo mejor del premio es compartirlo no deja de ser un acto de cinismo, porque la lotería hace precisamente lo contrario. No reparte riqueza, sino que concentra riqueza. Lo hace, eso sí, con un cebo para personas. Nos trata como animales. Lamentable.
Eugenio Rodríguez

lunes, 21 de noviembre de 2016

Soy matemático, y esta es la razón por la que no juego a la lotería

De vez en cuando la televisión local de Vancouver, cerca de donde vivo, me pregunta por mi opinión sobre un premio gordo cercano, del 6/49 o el 7/49, que son los sorteos de lotería más populares a día de hoy en América del Norte. Son parecidos a La Primitiva que se juega en España: compras un boleto, que cuesta dos o tres dólares, y tienes que escoger una secuencia de seis (o siete) números entre el 1 y el 49, por ejemplo: 23, 16, 12, 8, 35 y 41. Si tienes la suerte de adivinar los números adecuados puedes llevarte a casa el premio, que varía entre 50 y 100 millones de dólares.
Pero hay un problema con este juego: tus posibilidades son tan pequeñas, que es miles de veces más probable que mueras en un accidente de coche que te conviertas en el afortunado ganador. En concreto, la probabilidad de predecir todos los números es, más o menos, 1 entre 14 millones para el 6/49 y 1 entre 80 millones en el 7/49. Desde luego, es difícil imaginar números tan grandes, por lo que yo suelo usar imágenes que ayudan a entender lo que significa, que los reporteros de televisión adoran. Una vez empleé la guía telefónica de mi ciudad: imagina que tienes 150 guías diferentes. Si compras un boleto, tus posibilidades de ganar la lotería son las mismas de que, al azar, escojas la guía en la que está tu nombre, la abras por la página adecuada y señales exactamente tu teléfono. Si compras otro boleto, tienes otra oportunidad.
Aunque mucha gente se sorprenda, todos los boletos tienen la misma probabilidad de salir: aquellas opciones “especiales”, como 1, 2, 3, 4, 5, 6; y aquellas más “ordinarias” (aparentemente), como 41, 19, 3, 23, 29, 31. Sin embargo, como la gente es menos propensa a poner estos números “especiales”, es mejor estrategia apostar por ellos: si tocaran, el premio se repartiría entre mucha menos gente (incluso puede que te quedes con todo el bote tú solo). De la misma manera, la gente suele jugar números que indican días y meses con mucha frecuencia, por lo que estos, si tocan, reparten premios menores, y es conveniente desecharlos.
Un colega me dijo una vez que la lotería es el impuesto de la ignorancia. Pero no estoy del todo seguro. Me gusta más pensar que la gente compra esperanza. Si gastas dos o tres dólares en esperanza de ganar a lo grande, es una forma poco costosa de mantener el optimismo y mirar hacia el futuro. Personalmente obtengo mi esperanza de otras fuentes, así que no necesito jugar a la lotería.
También se puede pensar en el coste en otros términos: los de la utilidad. Por ejemplo, cuando se compran participaciones de un boleto en la oficina, si piensas que estás gastando 20 euros en la esperanza basada en la mínima probabilidad de que te toque el gordo, no es un valor muy realista; pero si piensas que gastas 20 euros en ahorrarte el disgusto que supondría que, no habiendo comprando el boleto, saliera el número premiado y todos tus compañeros se hicieran ricos menos tú, es posible que compense. La Teoría de la utilidad es una rama de la Economía en la que han hecho aportaciones importantes matemáticos como Von Neumann, Laplace y Bernoulli; y que pretende cuantificar la capacidad de un bien o servicio para satisfacer las necesidades humanas, de un individuo o un colectivo. Sobre ella se basa el desarrollo de las teorías de la decisión.
Cada país tiene su propio sistema de lotería, algunos son muy sencillos y otros más complicados. En España está la famosa Lotería de Navidad, que se juega desde 1812 y es la que se lleva organizando más años del mundo. En 2015 el Gordo fue de 720 millones de euros, y las posibilidades de ganar son pequeñas, aunque bastante mayores que las de ganar La Primitiva, en concreto de 1 entre 100.000, desde 2011; de 2005 a 2010 participaban 85 000 números: desde el número 00000 al 84999, por lo que la probabilidad de ganar ha disminuido en los últimos años. En cualquier caso, estoy seguro de que esto no va a convencer a todos los que compran boletos de lotería para que dejen de hacerlo. Merece la pena pagar unas monedas para levantar las esperanzas, y aún más si es cerca de navidades.
Florin Diacu es catedrático de Matemáticas en la Universidad de Victoria (Canadá) y autor de libros de divulgación como el premiado Megadisaters--The Science of Predicting the Next Catastrophe, publicado por Princeton University Press.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/11/16/ciencia/1479298120_064023.html?id_externo_rsoc=FB_CC 

“El anuncio de la Lotería de Navidad humilla a las personas mayores”


La Dra. Carmen Sánchez Castellano, facultativo especialista en Geriatría del Hospital Ramón y Cajal deMadrid, señala en este artículo que el nuevo anuncio de la Lotería de Navidad, recientemente
estrenado, utiliza actitudes que son percibidas como humillantes para la tercera edad al retratar el engaño a una anciana que cree que le ha tocado el premio gordo

Cada año, el anuncio de la lotería de Navidad se hace público al inicio del periodo de Adviento, dándole un enfoque lúdico y festivo a los preparativos de los encuentros familiares, las compras, los regalos, las luces y las felicitaciones.

El de este año 2016 acaba de irrumpir en nuestras pantallas, con el deseo de producir emociones y sentimientos de añoranza, ilusión, o entrega. Sin embargo, ha producido, primero, sorpresa y, después, mi crítica próxima al rechazo absoluto como médico.

Se ha elegido a una señora, Carmina, maestra jubilada, que representa al grupo de las personas mayores; eso está bien, gusta ver a los mayores como protagonistas de la vida social; como tantas mujeres, madres, abuelas, aún sigue preparando desayunos y desvelándose por los suyos.

Estando en ello, llama su atención, desde la televisión, el sonido familiar del sorteo de Navidad; la señora busca su décimo y ¡Oh, sorpresa! es su número al que en ese momento le corresponde el premio gordo. Emocionada y feliz corre a comunicar su suerte, sin escuchar que se trataba de la repetición de las imágenes del sorteo del año anterior, ya que el día 22 de diciembre no llegará hasta el día siguiente;  equivocando la fecha, sale a la calle a compartir su felicidad con amigos y vecinos.

Su hijo es el primero que, ante su alegría, no la saca del error, sino que la estimula a celebrarlo, optando por la “mentira piadosa” a la que se va sumando todo el pueblo, cambiando la hoja del calendario, tocando las campanas de la iglesia, y fingiendo la presencia de la televisión. Tras brindar en el bar, la señora decide celebrarlo por todo lo alto, invitando a dirigirse desde el pueblo hasta el faro, frente al mar, con una excelente comida. En esas, su hijo decide decirle la verdad y entonces la señora llena de emoción le regala el décimo con lágrimas en los ojos diciendo que ella es más feliz si son ellos los que lo disfrutan. El final es que, la que parece ser la nuera dice ¡Anda, que si nos toca mañana!

El anuncio es estéticamente muy bonito. Villaviciosa, que es el pueblo elegido, precioso; el cabo de Peñas, espectacular, y la interpretación, excelente pero lo rechazo de plano y explico por qué.

¿Es adecuado mantener a la señora Carmina en su error? Rotundamente, no. No está demenciada, ha tenido un despiste, y se la ve plenamente válida y capaz, pero las imágenes de la televisión la llevan a creer que ya se está celebrando el sorteo y la casualidad hace que en aquellas imágenes antiguas se premió el número que ella lleva para el año presente.

Su alegría no tiene fundamento porque el sorteo será al día siguiente; esa es la realidad y ella está preparada para enfrentarse a esa realidad, si se la saca del error inmediatamente. Pero, no es así; con el paso del tiempo se reafirma en su falsa verdad, en la que colabora también la Guardia Civil; su creencia de ser millonaria se refuerza con cada minuto que pasa ¿Cuál es la ventaja? Unas horas de ilusión y alegría sin motivo ni fundamento. ¿Qué va a suceder un poco después? El gran desengaño cuando sepa que aún no ha sido el sorteo y que todo ha sido falso. Pero ¿Qué será lo peor? Que se sentirá ridícula y engañada por todos. Es difícil entender cómo se enfrentará a la realidad y podrá superar la experiencia. Estos aspectos quedan, en el anuncio, para la imaginación de cada uno.

Hace sólo dos días, en Diario Médico se reivindicaba para los pacientes geriátricos el mismo espíritu ético-deontológico que ya ha impregnando la relación médico-paciente en otras especialidades; el respeto al derecho del paciente de participar en las decisiones que se toman a lo largo de su proceso asistencial, su derecho a recibir la información en la medida que pueda comprenderla, y su derecho a expresar sus deseos respecto a las decisiones terapéuticas y a otras decisiones de su vida diaria.

Los pacientes mayores tienen derecho a la protección y a que se decida en su beneficio, como el resto de los pacientes, pero por encima está su dignidad como persona, que ejerce su autonomía hasta donde le es posible. Por ello, estos principios de respeto a la propia autonomía están reñidos con el contenido del anuncio que comentamos.

La publicidad expresa actitudes sociales y “crea doctrina” respecto a conducir opiniones y reforzar estereotipos. Por ello rechazo el contenido del anuncio; éste expresa un espíritu paternalista de todos hacia la señora protagonista, se manifiesta un buenismo que pretende evitarle el mal rato de reconocer su error, se protege a la señora Carmina como si no fuera capaz de soportar que se ha equivocado, se le oculta una información a la que tiene derecho: el sorteo no será hasta el día siguiente y, por el momento, no es millonaria.

Ante esto, ¿cuáles serán las consecuencias? Es una mentira que no se sostiene, que es imposible mantener porque la realidad escapa al control de los que participan en el engaño, es una mentira de muy corto recorrido, no es ni siquiera una mentira piadosa que permanecerá como verdad sin perjuicio para nadie. ¿Qué sentirá la señora Carmina dentro de pocas horas? Entiendo que el daño se acrecienta con cada minuto que pasa y que su desengaño será mayúsculo, pero es muy posible que más allá del aspecto económico esté el sentimiento afectivo de que la hayan “tomado por tonta”.

El espíritu del anuncio parece destacar la solidaridad de todo un pueblo colaborando para mantener la alegría de la señora Carmina durante un tiempo, pero, en nuestra opinión, el espíritu colectivo es el de aceptar que, como la señora Carmina es mayor, a la pobre no se le puede decir la verdad porque va a pasar un mal rato. El espíritu colectivo de quienes participan en el anuncio, en definitiva viene a expresar una idea contra la que hemos de estar los médicos, y más aún los geriatras, la idea de que con los mayores hay que actuar con paternalismo y que hay que decidir por ellos suplantando su voluntad y evitando que dispongan de la información que necesitan para poder adaptar sus decisiones y su conducta a su propia realidad.

Lo siento, pero el anuncio no ha estado acertado en su contenido. Me alegra que se elija a una persona mayor como protagonista, pero rechazo que sea para expresar la anulación de su capacidad para afrontar un error y recomponer su realidad, desde la estabilidad y la madurez forjada, sin  duda, por décadas de experiencias positivas y negativas. Me preocupa mucho lo que no se ve en el anuncio, sus sentimientos cuando descubra que ha sido objeto de lo que más parece una burla que una expresión de afecto. E insisto, como ejemplo publicitario de actitudes sociales colectivas hacia los mayores no me parece un ejemplo adecuado el paternalismo y falso proteccionismo hacia una persona mayor inteligente, válida y capaz de seguir afrontando su vida como venga.

Me gustaría recordar que estas actitudes forman parte de aquellas destacadas en el Informe sobre Discriminación por Edad (IMSERSO, enero 2016), siendo percibidas como humillantes por este grupo de edad. Otras similares son dar por hecho que no oyen o no pueden entender las cosas por su edad, no consultarles ante problemas propios de salud si van acompañados, ignorarles, bromear sobre los mayores o dirigirse a ellos con términos despectivos.

Fuente: http://www.medicosypacientes.com/opinion/dra-sanchez-castellano-el-anuncio-de-la-loteria-de-navidad-humilla-las-personas-mayores